DOS CLASES DE CONOCIMIENTO: OBJETIVO Y SUBJETIVO
Existen dos mundos: el mundo exterior y el mundo interior. Cada uno de estos mundos tiene su propia realidad.
El mundo exterior está formado por todas las cosas que conocemos exteriormente. Como las vemos y podemos tocar creemos que son reales, y nos dejamos fascinar por ellas. Pero, si analizamos correctamente, todas estas cosas que forman el mundo exterior son de naturaleza pasajera. Todo pasa: pasan las personas, pasan las construcciones, pasan los continentes, pasan los animales, pasan las cosas. En el mundo exterior formamos nuestra personalidad imitando a las demás personas.
Al estudiar la personalidad encontramos que esta se rige por las normas sociales, lo que está permitido y no está permitido en una sociedad. La legislación, las conductas, los preceptos morales y religiosos, que nosotros aprendemos de la sociedad. Kinder, primaria, secundaria, universidades, especializaciones, etc. Pero, tarde o temprano, nuestro cuerpo físico ha de morir, y nuestra personalidad se habrá de desintegrar. Todo pasará, lo que no vemos los humanos es que todas las cosas de la personalidad, tarde o temprano, pasarán. Muchas cosas que nos enseñaron años atrás fueron modificadas posteriormente. El conocimiento subjetivo, o de la personalidad, atrofia la conciencia, la aliena, nos mecaniza, nos convierte en teóricos, atrofia nuestro centro intelectual. Hablando claramente, si uno desea autorrealizarse, entre menos conocimiento subjetivo adquirido tenga, mejor.
El mundo interior es diferente, en él encontramos dos clases de realidades: una es la esencia libre y consciente, el 3%, y otra es la esencia atrapada en el yo psicológico, el 97%. Pero el 100% de nuestra esencia es lo que verdaderamente cuenta, es nuestro Ser. Esa esencia es nuestro Dios particular, lo real, lo verdadero, lo eterno, lo bello, lo que no pasa en cada uno de nosotros. Como tenemos la conciencia dormida ni siquiera sabemos que vinimos a este mundo con un objetivo: conocernos a nosotros mismos, conocer a nuestro Dios particular. Para poder conocernos a nosotros mismos se hace necesario conocer nuestro mundo interior, y eso es lo que cuenta.
Para poder conocer nuestro mundo interior lo primero será observarlo, o aprender a observarlo, pues el sentido que lo permite se encuentra atrofiado en la mayoría de los humanos. Cuando descubrimos cualquiera de nuestros defectos y comprendemos que dentro de él se encuentra atrapada una de nuestras chispas vemos que debemos liberarla. Para eso es necesario comprender por qué se creó ese defecto, cómo se alimenta, cómo nos maneja, y suplicarle a nuestra Madre divina que lo elimine. Entonces, se liberará la esencia, y una vez emancipada despertará su conciencia, recibirá de parte del Padre su propio conocimiento objetivo, su vocación u oficio dentro de nuestro microcosmos. Si así procedemos con cada uno de nuestros defectos comenzará a integrarse nuestro Ser, e iremos despertando un conocimiento objetivo, pues es un conocimiento de nuestro Ser, es un conocimiento que no pasa, es la sabiduría de nuestra propia conciencia.
La palabra conocimiento viene de conocer, lo que nos indica que es algo que tiene que hacerse personalmente. La mayoría de nosotros, en el proceso de intelectualización, creímos que con aprender mecánicamente o memorizar era suficiente, y nos convertimos en creyentes de todo cuanto nos han dicho, pero no hemos conocido nada de lo que supuestamente sabemos. Nos faltó la parte más importante de conocer, que es comprobar.
Para poder desarrollar el conocimiento objetivo es necesario crear los cuerpos internos, que nos permiten ir conociendo las diferentes dimensiones de la naturaleza y del cosmos. Si cometemos el error de no crear nuestros cuerpos superiores del Ser nunca nos conoceremos a nosotros mismos en una forma objetiva. En estos cuerpos integraremos al Ser y el Saber. El conocimiento interior u objetivo no es cuestión de teoría o lecturas, o cuentos; es algo práctico que tenemos que hacer en función de los tres factores.
- Si no se muere no se libera la esencia y, por lo tanto, tampoco avanzamos hacia la sabiduría.
- Si no se nace, pues, no se crean los cuerpos existenciales del Ser, que nos permiten conocer las diferentes dimensiones de la naturaleza.
- Si no nos sacrificamos tampoco nos integraremos conscientemente a la ley del Amor.
Tenemos siete conciencias; están en embrión dentro de nuestra energía creadora sexual. Cuando aprendemos a crearnos a nosotros mismos vamos desarrollando cada una de esas conciencias.
- Con el cuerpo físico conocemos la tercera dimensión.
- Con el cuerpo vital conoceremos la cuarta dimensión, los paraísos Jinas.
- Con el cuerpo astral conoceremos todos los astros y planetas.
- Con el cuerpo mental conoceremos el mundo de los átomos, y podremos extraer la sabiduría de ellos.
- Con el cuerpo de la voluntad conoceremos los mundos electrónicos o planetas del Cristo, todo lo que es, ha sido y será.
- Con el cuerpo búdhico conoceremos los mundos electromagnéticos, la verdadera felicidad.
- Con el cuerpo átmico nos sumergiremos en el océano de luz.
Sin esos siete cuerpos, o conocimientos objetivos, es imposible empezar a conocer el universo y a los dioses. Los griegos enseñaron que había que conocerse primero a uno mismo para poder conocer el universo y a los dioses. El conocimiento objetivo nos permite conocer lo real, el objeto de existir, nuestro papel en el universo. Nos permite fusionarnos con nuestro Ser. Si queremos llegar al conocimiento objetivo tenemos que comprobar y practicar estas enseñanzas. La palabra “conocimiento” viene de conocer; si uno no conoce no tiene conocimiento.
Porque fulano habla muy bien, tiene buena memoria, retiene diferentes obras y autores y todas esas cosas decimos: “ese tipo sí sabe; ese sí tiene conocimiento”. Pero ¿qué conocimiento? Por ejemplo, cuando ustedes enseñan a la letra muerta, repitiendo lo que enseñaron los maestros, para ustedes es una mentira, y cualquiera les podría decir: “ustedes son unos mentirosos, ¿cómo pueden estar tan seguros de que es así?” Y esto es porque ustedes no lo han realizado o comprobado todavía. Cada gnóstico debe ir adquiriendo su propio conocimiento. Entonces ya van ustedes a hablar de su propio conocimiento. El maestro dice todo en sus obras, todas son verdades, porque lo ha ido comprobando; pero si yo me pongo “el Maestro Samael dice en tal obra, en tal capítulo, tal y tal cosa”. Cualquiera de ustedes podría decirme: “usted es un mentiroso. ¿A usted le consta eso?” El maestro puso las bases para que cada uno de nosotros llegara a su propio conocimiento.
Fin conferencia 42